
Una entrada récord, una competencia mucho más cerrada e interesante y una fanaticada cada vez más madura nos dejan ver que sí, el Gran Premio de México tiene mucha vida aún después de Checo Pérez (de entrada hasta 2028), aunque también es innegable la gran expectativa que genera el regreso del mexicano el año que viene.
Y es que la ausencia del ex piloto de Red Bull no mermó el éxito de la vigésima carrera de la temporada de la F1, pero sí marcó un antes y un después en esta fecha en la que la pasión suele desbordarse con la participación de un nacional o por lo menos un latino, en la pista.
Pato O’Ward conduciendo en la prueba libre de McLaren y por supuesto, Franco Colapinto corriendo para BWT Alpine, se repartieron los vivas que eran para Pérez por esta ocasión. Mientras que los españoles Carlos Sainz y Fernando Alonso también ganaban simpatías al compartir el idioma.
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No obstante a una década del regreso de la máxima prueba del automovilismo al país, el público dio claras muestras de estar más informado y maduro al participar activamente tanto en la carrera como en las muchas actividades disponibles, más allá de la fiesta, renglón en el que ya se ha demostrado maestría, y de la participación o no de uno de los suyos.
Eso nos pone claramente de frente a un 2026 extraordinario en materia deportiva, en el que México volverá a vibrar con los motores de la F1, con Checo de nueva cuenta en la pista, pero también compartiendo un Mundial de fútbol tripartita.
Mientras ese momento llega, Robb Report se puso de nueva cuenta en la primera fila del deporte motor por excelencia, en el corazón de la competencia: el Paddock Club, donde la adrenalina de la pista convive con la elegancia de la hospitalidad más exclusiva.
El punto de partida
El viernes amanecimos con esa mezcla de expectación y vértigo. Y nos adentramos a la intimidad de los garajes de las escuderías, un submundo en este multiverso que es la F1.

La experiencia es simplemente alucinante por toda la tecnología disponible allí, armonizándose con una gran cantidad de recursos humanos que se mueven con la precisión de un reloj suizo, como los de TAG Heuer, que volvió a ser el cronomerador oficial, lugar que ante ocupaba Rolex.
Escenas que parecen fabricadas por la IA se suceden una tras otra, con el rugido de motores como música de fondo.
En cuestión de minutos se ensambla prácticamente un auto, en cuestión de segundos se le cambia un neumático, en tan solo un parpadeo los pilotos se metamofean y se vuelven una nueva especie de minotauros en sus monoplazas.
Y entonces las prácticas enticipan el hambre que traen los equipos a estas alturas del campeonato cuando por varios años se tenía todo definido. Hoy el ex compañero de Checo, Max Verstappen no la tiene fácil y su escudería ha perdido el liderato, cediéndolo a McLaren, que (alerta de spoiler) al final se colocó en lo más alto del podio y con ello Lando Norris se vuelve el nuevo líder de la manada motorizada.
F1 Experiences nos puso allí donde salpica el champagne, a metros de donde pudimos ver celebrando igualmente a Charles Leclerc de Ferrari y el ya mencionado piloto neerlandés que desde sus diferencias con Checo Pérez tiene un poco en contra al público mexicano.

Pero qué sería del resultado sin todas las experiencias que te van encaminado a lo largo de tres días rumbo a esta fiesta, reconocida en múltiples ocasiones como la mejor y más animada del planeta.
Las experiencias
Y es que esta miniciudad en que se convierte el Autódromo Hermanos Rodríguez y sus alrededores atrae tantos turistas no por Checo Pérez, sino por los múltiples atractivos y actividades que tiene como destino.
Con un Paquete F1 Paddock Club™ Hospitality, Legend o Team Paddock Club™, tus impresionantes vistas de la pista van acompañadas de comida de primer nivel, bebidas que fluyen libremente y beneficios como la presencia de personalidades de F1®, acceso a la celebración del podio de F1®, eventos especiales y más.
Como en una pasarela vimos desfilar celebridades del medio deportivo, el espectáculo y las artes, así como a los mismos pilotos que van de su garaje a la suite de sus escuderías donde se preparan minutos antes de la competencia. Pudimos ver a los pilotos de Alpine, por ejemplo, subiéndose a sus autos y arrancando hacia la línea de partida.

Con el Photo Safari, caminamos sobre el asfalto mientras los autos pasaban a nuestro lado, sino despeinándonos, sí ensordeciéndonos por unos segundos. A solo unos metros, como felinos huyendo a toda prisa del cazador que no tiraba más que fotos en esta ocasión. El olor a combustible y caucho, el sonido del motor el brillo casi hipnótico de los carros, todo pasa como recuerdos que llegan a flashazos.
Igualmente transitamos sobre la pista que incendiaron minutos después los monoplaza, pero a bordo de un camión panorámico; presenciamos a ras de suelo el desfile de pilotos el día de la competencia y hasta tomamos en nuestras manos el trofeo del Campeonato Mundial de Pilotos, el cual viene firmado por los ganadores, desde Hamilton y Verstappen hasta Ayrton Senna y Niki Lauda, entre otros.
Fanáticos e iniciados viven más que la emoción de una carrera y pasan de la euforia deportiva a la privacidad de un speakeasy montado provisionalmente por el Tequila oficial de la F1, Volcán de mi Tierra, en conjunto con el segundo mejor bar del mundo: Handshake.

Y disfrutan de opciones gastronómicas de todo tipo desde unos tacos como Los Atarantados, hasta una terraza con platillos del reconocido chef Gordon Ramsay.
Hay arte por donde quiera que volteas y todo se puede comprar, hay una muy variada oferta de mixología, hay grupos de amigos, familias y apasionados del deporte motor que impulsa nuestros corazones por tres días.
Más allá del espectáculo
El Gran Premio de México de hoy no sería el mismo sin la era que inauguró Checo Pérez. Él transformó la relación del país con la Fórmula 1: encendió el orgullo, multiplicó el entusiasmo, y dejó una huella que sigue marcando el pulso del evento incluso en su ausencia.

Por eso, aunque este año faltó su casco rojo y blanco en la parrilla, el espíritu del piloto se mantuvo en cada bandera ondeada, en cada niño que lleva su gorra, en cada grito que hizo temblar las gradas.
La F1 Experiences lleva ese fervor a otro nivel y lo renueva. Porque el México GP puede vivirse de muchas maneras, incluso fuera del autódromo, lo que ya no puede hacerse es detener su inercia, pues ha cobrado tal impulso a lo largo de una década que se ha vuelto un bólido imposible de controlar por ningún piloto, ni aunque este sea el mismo Checo.