Pablo Fierro: Ilusionista del vacío

En un mundo que a menudo olvida detenerse a contemplar, la obra de Pablo Fierro irrumpe como un acto de pausa y profundidad, con la posibilidad de apreciarse no de una forma absoluta, sino desde distintos ángulos y perspectivas.

Este joven escultor mexicano, formado como arquitecto, ha encontrado el material y la técnica que le permiten, como un mago, hacer invisible lo visible y viceversa, jugando con la ilusión óptica, el vacío y hasta la memoria de los espectadores ante quienes abre un mundo de posibilidades con cada nueva obra.

Su trabajo ha sido expuesto lo mismo en el Rockefeller Center de Nueva York que en el Museo de Arte de Querétaro y hasta en la Bolsa Mexicana de Valores, donde una de sus obras lo convirtió en el “escultor financiero”, el favorito de varias firmas bancarias.

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Sin embargo, él sueña con que su arte sea apreciado y descifrado por la mayor cantidad de gente posible en cualquier rincón del país y el mundo entero, sin límites ni predisposiciones.

Pablo Fierro

Así, Fierro no solo es promesa: es el presente vibrante de una nueva generación que redefine la escultura como lenguaje íntimo, emocional y universal.

¿Qué tipo de arte prefieres cuando no estás creando?

Cuando no estoy creando me gusta mucho escuchar música. Me ayuda a meditar y a llegar a un punto en el que puedo tener ideas nuevas. El cine me gusta mucho también.

¿Tienes algún ritual antes de comenzar a trabajar?

Procuro ir al gimnasio todos los días, eso me despeja en las mañanas. También medito, me ayuda a centrarme. Y, claro, siempre empiezo con un café mientras reviso si hay pendientes urgentes o si tengo espacio para desarrollar nuevas ideas.

¿Hay una ciudad donde te sientas especialmente conectado con el arte?

Es difícil elegir solo una, todas las ciudades tienen algo icónico que ofrecer. Hace poco estuve en Japón y en cada isla descubrí arte que me impactó profundamente. También viví en Sídney, Australia, y ahí encontré mucha inspiración.

¿Cuál es tu comida favorita? ¿Hay algún restaurante que frecuentes?

Me gusta mucho la comida japonesa, y también disfruto muchísimo una buena carne. Vivo al sur de la ciudad de México, así que voy seguido a la plaza Artz Pedregal, donde hay varios lugares que me encantan.

¿Practicas algún deporte para mantener el equilibrio?

Intento meditar, aunque no siempre es fácil alcanzar ese estado. Me gustan muchos deportes, especialmente el fútbol, que practico desde pequeño. Los deportes en equipo siempre me han atraído.

¿Hay obras o artistas que te hayan marcado?

Además de escultor, soy arquitecto, y en ese campo hay figuras que me han influenciado mucho, como Tadao Ando, Zaha Hadid o el mexicano Michel Rojkind, que se atreve a proponer con tecnología. En la escultura, Rodin siempre me ha parecido fascinante.

Si pudieras definir tu obra con una sola palabra, ¿cuál sería?

Diría infinita. Mi obra refleja infinitas posibilidades y formas de ver el mundo.

¿Qué crees que revela tu obra sobre ti?

Algo que me gusta de mis piezas es el efecto de “invisibilidad” que se genera desde ciertos ángulos. Eso refleja una idea que tengo muy presente en la vida: no hay una sola verdad. Siempre hay distintas formas de ver las cosas, y eso transmito en mi trabajo.

¿El arte es un lujo?

Sí, el arte es un lujo. Pero creo que es fundamental que esté al alcance de todos. Por eso me gusta tanto exponer en museos. Este año, por ejemplo, estaré en el Museo Internacional del Barroco, en Puebla. Me entusiasma que cualquiera pueda acercarse a lo que hago.

¿Por qué estudiaste arquitectura y cómo llegaste a la escultura? Estudié arquitectura porque quería crear cosas que perduraran y trascendieran.

La escultura llegó por casualidad: hice cuatro casas y, en el centro del conjunto, coloqué una escultura que llamó mucho la atención. A partir de ahí todo fluyó de forma orgánica; empezaron a llegar encargos y descubrí que esa también era una forma de trascender.

¿Alguna obra que recuerdes con especial cariño?
Una de las más significativas fue un toro de tamaño real. La Bolsa Mexicana de Valores lo adquirió y lo instaló en su vestíbulo. Gracias a eso me empezaron a llamar el “escultor financiero de México”, y trabajé con varios bancos y expuse en distintos espacios gracias a esa conexión.

¿Cómo ves el arte mexicano?

México ha brillado en muchos ámbitos, como la gastronomía, pero el arte es, sin duda, lo que mejor expresa nuestra cultura e identidad. Hay mucho talento y mucha fuerza creativa.

¿Cuál es el sueño que aún te falta cumplir?

Hay varios proyectos que me emocionan, tanto en España como en México, especialmente ahora con la celebración del Mundial. Pero mi sueño más grande es llevar mi obra a muchas más personas, tanto a nivel nacional como internacional.