De icono a obra de arte
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La escena transcurre en Samaniego, Rioja Alavesa, una tierra donde la viña es casi un lenguaje materno. Allí, en la bodega Remírez de Ganuza, se elabora un tinto fresco y vibrante mediante la tradicional técnica de maceración carbónica, una práctica que suele asociarse a vinos jóvenes, pero que aquí adquiere otro peso: se hace a partir de uvas de cepas con más de 60 años de antigüedad.

Viñas longevas que, con su bajo rendimiento, aportan una profundidad poco habitual en este tipo de vinos.

El proceso técnico, sin embargo, no es el único elemento que lo distingue. La historia de Erre Punto 2024 comienza también con un encuentro: el de la bodega con la artista Adriana Oliver, conocida por su obra pictórica inspirada en los fotogramas del cine clásico. Sus retratos, reconocibles por sus excepcionales matices y por personajes que sugieren más de lo que muestran, encuentran aquí un nuevo formato: una etiqueta de vino como extensión artística.

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Durante su visita a la bodega, Oliver observó el proceso con la mirada aguda en busca de comprender el vínculo que existe entre la tradición y la innovación, e interpretarlo desde su propia experiencia.

“Durante este proceso, he tenido la oportunidad de adentrarme en el mundo del vino, un universo tan apasionante y lleno de matices como el del arte. Descubrir sus detalles, su historia y su conexión con la creatividad ha sido enriquecedor”, comparte la artista nacida en Barcelona.

El resultado es una etiqueta que sugiere la misma tensión entre identidad y anonimato que define la obra de Oliver, y proyecta sobre la botella una sensibilidad contemporánea, atemporal y exacta.

En cata, el vino se presenta a la vista con un color rojo cereza y ribetes violáceos. En nariz, predominan las notas a lilas, violetas y frutos rojos, con un fondo de regaliz negro. En boca, la entrada es directa, viva, con una acidez que no incomoda y una persistencia golosa que invita al siguiente sorbo.

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Pero más allá de lo técnico — como lo describe Jesús Mendoza, enólogo de Remírez de Ganuza — Erre Punto 2024 destaca por lo que transmite: “una forma de juventud que no es ligera ni pasajera, sino consciente, con raíces y carácter”.

En su elaboración se emplean solo las puntas de los racimos de tempranillo, seleccionadas manualmente. Estas se introducen sin despalillar en depósitos abiertos de acero inoxidable, permitiendo una maceración carbónica que conserva intacta la frescura de la fruta. El vino se estabiliza de forma natural durante el invierno y se embotella antes de primavera, en un gesto casi artesanal.

La edición se compone de 10,500 botellas y 432 magnums, una tirada limitada que subraya su carácter singular.