
Bajo la sombra de un pirul centenario, en un jardín que parece tejido por el tiempo y la tierra, se cuenta hoy una fran historia de la gastronomía en San Miguel de Allende, cuyo origen no está en la mesa, sino en el campo, en el mar, en las manos de mujeres que crían aves en Traspatio o en la paciencia del productor que fermenta quesos sin caseína en La Factoría. Se llama Pirules Garden Kitchen y es, seguramente, el restaurante más sostenible de la ciudad que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad.
Una propuesta de Rosewood San Miguel de Allende que no busca deslumbrar con artificios, sino reconectar con lo esencial.
Aquí, el fuego es protagonista, el horno es el corazón, y cada ingrediente cuenta con nombre, origen y propósito. De la mano del chef Odín Rocha, este proyecto invita a los viajeros —y a los locales— a sentarse a la mesa a saborear el México que se cultiva, se cuida y se transforma.
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Comer con conciencia: del campo al plato, sin desperdicio
Pirules Garden Kitchen se levanta como un punto de encuentro entre la cocina contemporánea y las técnicas más antiguas del país. El menú, que cambia con las estaciones, se basa en ingredientes de temporada obtenidos en un radio menor a 100 kilómetros, como parte de la iniciativa Rosewood Impacts, enfocada en generar beneficios tangibles en las comunidades donde opera el grupo hotelero.
Más allá de los ingredientes, lo que distingue a Pirules es su red de colaboraciones: productores como Comepesca, dedicada a la pesca sustentable; La Factoría, especializada en productos sin caseína; y Traspatio, una organización que apoya a mujeres locales en la crianza de pollos.

Así, cada bocado es también un gesto de apoyo a la economía local y al entorno natural que define a San Miguel de Allende.
El chef Rocha, convencido de que la cocina puede transformar, impulsa una filosofía de cero desperdicios y trabaja para que Pirules sea el primer restaurante libre de plásticos de América Latina.
“Los chefs no podemos cambiar el mundo, pero sí podemos transformar las cocinas”, afirma. Esa transformación se nota tanto en la forma en que se utilizan los ingredientes —maximizando su uso en platillos, bebidas y condimentos— como en el diseño mismo del espacio.
Un fuego que reúne y cuenta historias
El corazón de Pirules es su horno tradicional a la vista, donde se cocina el 80% del menú con técnicas como el uso de ceniza, carbón o madera.
Allí toman forma platillos como la ensalada de trucha salmonada curada del lago de Pátzcuaro, la lubina a la parrilla, el arroz cremoso con cachete de Wagyu o la barbacoa de temporada hecha con vegetales locales.

Más que un restaurante, Pirules es una experiencia inmersiva. Quienes se sientan a su mesa no solo saborean, también se conectan con un ecosistema completo: desde las hierbas cultivadas en el jardín del hotel, hasta los productos artesanales disponibles en su pequeño mercado, que incluye flores frescas, miel, mermeladas, cerámica y más.
Arquitectura con alma sanmiguelense
El espacio —diseñado por Cuaik Arquitectos— respira el carácter de San Miguel de Allende. Cada rincón refleja la filosofía A Sense of Place de Rosewood: materiales como madera reciclada, piedra pizarra, tejas de barro, herrería artesanal y piezas únicas creadas por artistas locales como Daniel Orozco y Casa Midy, que colaboró en la creación de un espejo huichol hecho a mano. El diseño abraza lo natural, lo auténtico y lo atemporal.
Pirules ofrece mesas al aire libre, una cocina abierta, una mesa comunal de madera y una atmósfera que invita a quedarse. Es el tipo de lugar que se construye para reunir, compartir y volver.
Un motivo más para regresar a San Miguel de Allende
Con esta apertura, el chef Odín Rocha vuelve a San Miguel de Allende tras su paso por Montage Los Cabos, donde posicionó al restaurante Mezcal como un referente de cocina mexicana contemporánea.
Su regreso no solo representa una continuidad, sino una evolución: en Pirules, Rocha condensa su experiencia, su visión y su compromiso con la cocina responsable.

“Para mí este restaurante es la oportunidad de poder llevar a la gente una visión un poco más responsable de la cocina y de retarme como cocinero que tanto puedo estirar la liga de la sustentabilidad”, confesó.
“Los cocineros debemos tener más responsabilidad, pensamos que, como chefs, no tenemos vidas en nuestras manos, pero sí las tenemos. Asimismo, siento que ahora contamos con mucha atención. Y mi padre siempre me dijo: si tienes la atención de la gente debes tener algo bueno que decir”.
Esta nueva propuesta se suma a la oferta gastronómica del hotel Rosewood, que incluye al Restaurante 1826, Tequila Bar 1826, Luna Rooftop y Agua.


Sin embargo, Pirules Garden Kitchen abre una nueva etapa: una que apuesta por el origen, la colaboración, el fuego, el sabor y el cuidado del entorno.
Pirules Garden Kitchen no es solo un restaurante, es una invitación a reconectar con los ingredientes, con las personas detrás de ellos y con la tierra que los nutre. Una razón más para visitar San Miguel de Allende, y quizás, para quedarse un rato más.
Cerrar con broche de oro la experiencia es salir y sentarse en la barra de un bar al aire libre comandado por Ana Paula Ulrich que luce increíble entre un paisaje exuberante gobernado por el pirul.