
“El campo tiene algo profundamente dramático”, comenta con una convicción profunda Ramón Martín Galán mientras comparte con Robb Report México algunos de sus recuerdos de infancia al lado de su padre y su familia en La Dehesa salmantina, cuando la vida transcurría entre los juegos al aire libre y el aprendizaje sensorial que le otorgaba aquel paraje rico en biodiversidad donde vio la luz Montaraz, el emblema familiar fundado hace 135 años por su tatarabuelo José Manuel Martín.
De la evolución de la empresa desde aquel lejano 1890, destaca: “Cada generación ha aportado algo nuevo; hemos crecido con el tiempo. Nuestra mayor fortuna, en comparación con otras compañías del ibérico y de distintos sectores en España, ha sido la capacidad de adaptarnos con rapidez al ritmo del mundo. Cada época nos ha exigido ideas distintas y cada generación ha sabido responder con su propio impulso de desarrollo.

sede en Suiza. Tras licenciarse en Economía y Relaciones Internacionales, regresó a España para
aportar su visión estratégica a la empresa familiar.
Esa visión ha permitido un avance sostenido y ágil”. Hoy Montaraz tiene presencia en más de 60 países de Europa, Asia, América y Oriente Medio.
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La filosofía de vida, forjada entre encinas ancestrales y la conexión natural con el campo, transmitida de generación en generación, constituye la esencia sobre la cual la empresa ha edificado su identidad. A partir del saber heredado, la paciencia del proceso y la búsqueda constante de calidad, la compañía ha logrado que la excelencia y el tiempo —ese recurso invisible que sostiene cada etapa, desde la crianza del cerdo hasta la curación del jamón— se fundan en un entendimiento excepcional del lujo.
“Montaraz es un referente, no solo en el mundo del ibérico, sino también en el ámbito del lujo en España. Se ha necesitado un gran esfuerzo, dedicación y una gran formación para ser punteros en el sector”, asegura Martín Galán, quien, después de graduarse de una de las instituciones más prestigiosas de Suiza, se incorporó a la empresa con la misión de posicionar la marca a escala internacional como un “estilo de vida” alineado a las firmas más influyentes del mundo.

Su estrategia se centra en reunir a personas exitosas en experiencias exclusivas diseñadas en colaboración con firmas de alta joyería y relojería, autos de alta gama, empresas de aviación privada, casas de moda y, en un futuro cercano, con el univer- so del séptimo arte.
Con el objetivo de estrechar el vínculo con los amantes de la excelencia, Montaraz ha lanzado presentaciones de jamón ibérico de edición limitada, cada una con un mínimo de seis años de maduración. Estas piezas se entregan en una caja persona- lizada que lleva grabadas las iniciales del cliente y el número de la pieza, junto con una carta escrita de manera individual. Este es un gesto que transforma la adquisición en una experiencia casi ceremonial.
Paralelamente, la casa ofrece otras ediciones menos personalizadas, pero igualmente exclusivas, que han generado un notable entusiasmo entre los consumidores.


Tal ha sido la acogida que Ramón confiesa que ha pensado en iniciar subastas privadas, pues los coleccionistas buscan en ellas la distinción que solo otorga lo irrepetible.
El joven director de Expansión de la firma concibe la prosperidad no solo como un logro económico, sino también como la posibilidad de ofrecer tiempo, ese recurso escaso y profundamente humano.
Sus anhelos se orientan, además, a la creación de una organización que atienda a niños con talentos excepcionales provenientes de contextos vulnerables en España, brindándoles apoyo psicológico y educación formal para transformar las oportunidades para las nuevas generaciones y, con ello, la realidad de sus familias.