
A lo largo del tiempo, el concepto de lujo en la gastronomía ha experimentado una evolución significativa. Antes, se asociaba exclusivamente con productos selectos. En la actualidad, el lujo radica en la libertad de elegir qué comer, dónde, cómo y con quién.
Compartir los alimentos con otras personas desempeña un papel fundamental en la felicidad. Un análisis desarrollado en 142 países, citado por el World Happiness Report 2025, revela que este acto, sencillo pero significativo, guarda una estrecha relación con el bienestar emocional.
Las posibilidades son infinitas: sentarse en la barra de un bar para disfrutar cócteles de autor que fusionan identidad y vanguardia; tomar una clase de cocina o acudir a un restaurante con plena conciencia de lo que ello implica; reconocer el valor que entraña disponer del tiempo, el conocimiento y la sensibilidad para saborear cada bocado, cada sorbo y todo lo que los rodea.
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En las últimas décadas, la alta cocina ha llevado la creatividad culinaria a niveles extraordinarios, con un impacto que trasciende lo puramente gastronómico. Su papel como motor de innovación —destaca el Basque Culinary Center— ha propiciado el desarrollo de técnicas hoy fundamentales en diversos ámbitos, además de fomentar la investigación científica en torno a los alimentos.
Ilustración: Raymundo Ríos / Animación: Iván Hernández
Su influencia ha impulsado la redención de ingredientes olvidados, la recuperación de técnicas ancestrales y la revalorización del oficio culinario. Al mismo tiempo, ha posicionado a distintas naciones y regiones como referentes gastronómicos de alcance global.
Por otro lado, el Food Report 2025, desarrollado por la investigadora de tendencias Hanni Rützler —nutricionista y psicóloga austríaca—, señala que el interés por el bienestar integral influye cada vez más en el diseño de menús y experiencias culinarias.
Raíces como la ashwagandha, hongos como la melena de león y hierbas como el tulsi han comenzado a transformar la forma de consumir alimentos y bebidas. Estos ingredientes, conocidos como adaptógenos, ayudan a equilibrar el cuerpo y mitigar el estrés y la ansiedad.
Hoy, se incorporan en propuestas como lattes, smoothies y postres. Además, las elaboraciones plant-based, las bebidas fermentadas y los destilados sin alcohol (o con bajo contenido) se perfilan como protagonistas en la nueva escena gastronómica.
La alta cocina ha evolucionado más allá de los sabores y texturas para convertirse en un arte envolvente. Las tendencias contemporáneas han transformado el disfrute de la buena mesa al integrar inteligencia artificial en el diseño de menús y temáticas con el fin de estimular todos los sentidos.
La experiencia gastronómica evoluciona desde lo elemental hasta lo sofisticado
en un escenario donde convergen identidad cultural, conocimiento, disfrute y
un profundo sentido de comunidad.
Así, la experiencia gastronómica trasciende diversos estadios, desde lo más primigenio hasta lo más avanzado, redefiniendo la conexión entre los restaurantes y sus comensales.
El lujo más sublime, sin embargo, se manifiesta como un puente entre el ser humano y su entorno; como un espacio donde confluyen la identidad cultural, el aprendizaje, el entretenimiento y un invaluable sentido de comunidad.
Esto se puede atestiguar fielmente en el restaurante de Daniela Soto-Innes. Rubra, ubicado en Punta de Mita (en México), es un espacio que fusiona estética y sabor en una experiencia sensorial coherente que celebra las raíces y la visión del mundo de la premiada chef mexicana.
Inspirado en sus viajes y vivencias, el diseño es fruto de una colaboración íntima con diversos creativos, donde cada pieza fue creada a medida para reflejar el espíritu de su cocina: respeto por la naturaleza, los ciclos y la transformación constante.