Lujo que se siente: así se vivió la Séptima Edición del Festival de Sentidos

En Zotoluca, el aire suele tener algo de magia. Y el pasado 29 de noviembre esa magia alentó un festival completo: uno en el que el lujo, la tradición y la sensibilidad se encontraron para celebrar una causa que va mucho más allá de una hacienda centenaria o de una noche de fiesta. La Séptima Edición del Festival de Sentidos volvió a recordarnos por qué existe: por los niños ciegos de la Fundación Hidalguense A.C., quienes inspiran, con su manera única de percibir el mundo, cada rincón y cada gesto de este encuentro anual.

Sentidos es un evento que no se observa: se vive. Y detrás de su atmósfera cálida y profundamente humana, hubo una lista de aliados que llevaron el concepto del lujo —ese lujo que acompaña, que da sentido y que suma— a otro nivel.

Lujo en movimiento

El primer gran gesto llegó con Defender, patrocinador principal del festival y anfitrión de una experiencia que empezó incluso antes de llegar a Zotoluca. Quince de sus clientes más importantes en México y Latinoamérica se reunieron en el Four Seasons para arrancar un convoy imponente rumbo a El Chico, en una ruta dominada por naturaleza, potencia y ese espíritu aventurero que define a la marca.

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El viaje concluyó en La Finca por Zotoluca, donde una cena de bienvenida anticipó lo que sería un fin de semana lleno de momentos memorables. Al día siguiente, Defender volvió a entregar una experiencia hecha a la medida: una ruta por la región que finalizó en la histórica Hacienda San Antonio Ometusco, donde un desayuno muy mexicano marcó el inicio de la fiesta grande.

Una fiesta que se vive con el tacto

En un festival inspirado por quienes viven el mundo desde el tacto y el sonido, la presencia de Tane no podía ser más significativa. La firma mexicana llenó el recinto de pequeñas joyas visuales: piezas colocadas como puntos de luz entre pasillos y jardines, y su Airstream —ya un ícono itinerante— donde los invitados se acercaron a las colecciones más representativas de la marca.

Tane también marcó uno de los momentos emotivos del día: cada jinete del espectáculo de rodeo recibió una pieza de orfebrería como reconocimiento a su destreza.

Rodeo, sabor y fiesta

El espectáculo de Cuernos Chuecos fue el corazón palpitante de la tarde. Carreras de polos, barriles, y monta de toros dieron vida a una competencia vibrante en la que el público vibró tanto como los propios jinetes.

Reserva de la Familia se sumó a la premiación con una botella de edición limitada, y más tarde, abriría también las puertas de La Troje para conducir el cierre perfecto: tragos, buena compañía y un cielo encendido por Tempo Fireworks.

La noche avanzó con música en vivo de Tennesse Band y un inolvidable momento de line dance que puso a todos a practicar sus mejores pasos vaqueros. La atmósfera se completó con un juego de luces espectacular montado por SurFace, que transformó el recinto en un escenario vibrante.

Un lujo que alimenta los sentidos

El festival se vive también desde el paladar, y este año, Rincón San Jerónimo cumplió el antojo con tacos memorables, acompañados por maridajes preparados por Reserva de la Familia, La Cetto y Aperol. Para cerrar, llegaron los helados Roxy, un toque clásico que conectó generaciones.

Eventos 99 aportó el mobiliario que vistió cada espacio, mientras Zotoluca ofrecía un punto de encuentro para los amantes del estilo western: accesorios, detalles navideños y piezas perfectas para completar el código de vestimenta rodeo—cowboy—western que dominó el ambiente.

Zotoluca: historia que abraza el presente

La Hacienda Zotoluca, fundada en 1570 y restaurada con meticuloso cariño desde 2015, volvió a demostrar por qué se ha convertido en uno de los recintos más emblemáticos para el lujo con esencia mexicana. Entre muros antiguos y horizontes abiertos, este festival encontró su mejor escenario para recordarnos qué ocurre cuando la tradición dialoga con la modernidad, y cuando las marcas de lujo deciden sumar esfuerzos en torno a un propósito noble.

La Séptima Edición del Festival de Sentidos no solo brilló por su producción impecable, por el desfile de marcas o por la belleza del entorno. Brilló porque todo tenía una razón de ser: honrar a quienes enseñan que los sentidos no son cinco, sino todos aquellos que se abren cuando hay empatía. Y ese, sin duda, es el lujo más auténtico de todos.