
La Ciudad de México vive un momento de madurez creativa: diseño, arte y arquitectura se entrelazan en un ecosistema cada vez más sólido. Para muestra, la inauguración de un espacio como Katz Studio que se vuelve punto de encuentro entre una nueva generación de creadores, elevando el estándar con un montaje serio, narrativa clara y servicio de colección, según lo describe su fundador, Isaac Katz, con quien platicamos no sólo de la galería, sino de la perspectiva de futuro para este tipo de espacios dedicados al arte.
¿Qué podrá ver el público en la galería?
Verán escultura y diseño de alto nivel: bronce, acero y compuestos trabajados a mano, superficies tensas y silenciosas, y acabados desarrollados en taller. Me interesa esa zona donde una pieza transforma el espacio sin pedir permiso: forma precisa, material honesto y una estética que se entiende con la arquitectura.
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¿Qué papel juegan espacios como la nueva galería de Katz Studio en el impulso del arte en la CDMX?
Mi objetivo con la galería es elevar el estándar: montaje serio, narrativa clara y servicio de colección. No es solo un “showroom”; es un espacio donde conviven exhibición, laboratorio de materiales y atención uno-a-uno. Eso profesionaliza la experiencia del público y del coleccionista, y conecta al arte con arquitectura e interiores de alto nivel.
¿Cuáles son los factores detrás del crecimiento del arte y diseño en México?
Veo una conjunción rara: escuelas fuertes, arquitectura vibrante, inversión privada en hospitalidad y real estate, ferias consolidadas y un ecosistema de talleres que sabe producir bien. A eso súmale redes sociales y un público joven que entiende procesos y valora lo hecho en México con rigor.

¿Ha cambiado la percepción hacia el arte contemporáneo y el diseño de alta gama?
Sí cambió. Hoy el coleccionista mexicano investiga, compara y pide profundidad conceptual y técnica. Más que etiquetas, busca obras con autoría definida, materiales serios y un porqué. Noto más compromiso y mejores preguntas.
¿Cuáles son los principales retos para tu generación?
Escalar sin perder precisión. Profesionalizar logística, plazos y postventa. Abrir más espacios de calidad fuera de los dos o tres circuitos obvios. Y defender precios que reflejen investigación, oficio y acabados—no la moda del momento.
¿Cómo imaginas el panorama en los próximos años?
México será un nodo aún más visible en la conversación global. Veremos más cruces entre arte, diseño y arquitectura, y más adquisiciones institucionales de diseño. A los emergentes les toca aportar investigación material, ética de producción y lenguaje propio—no solo estilo.

¿Es más difícil abrir espacios o hacer que la gente los visite?
Lo difícil es merecer su tiempo. Abrir es gestión; sostener audiencia exige curaduría relevante, piezas memorables y comunicación impecable. Si el contenido es potente, la gente llega y regresa.
¿Cómo puede un proyecto ser buen negocio y a la vez impulsar el arte?
Con foco. Construyo colecciones claras, márgenes sanos y un calendario de comisiones, ediciones y colaboraciones que tenga sentido. Rentabilidad y misión no compiten si el estándar de calidad no se negocia.