Multiverso hedonista
Fotografías de Pedro Flores

No es una boutique, ni un museo. Tampoco es una galería y mucho menos un simple taller de sastrería. Solito escapa a toda definición, pero conquista con facilidad a quien le visita.

En realidad, es una especie de multiverso hedonista en el que convergen saberes, pasiones y oficios de distintos mundos y épocas; desde la más auténtica sastrería napolitana hecha a mano, hasta inimiginables fósiles milenarios, obras de arte de grandes maestros mexicanos, plumas fuente de edición limitada y autos exóticos estacionados junto a estanterías de habanos.

Entrar aquí es atreverse a quedar suspendido en un limbo que escapa a la categorización; respirar entre telas italianas, cuadros de Leonora Carrington, aroma a cuero y tabaco e iniciar conversaciones pausadas sobre vinos, meteoritos o la caída perfecta de un saco.

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Solito es un lugar donde cada objeto cuenta una historia, pero su encanto esencial radica en el relato único que construye para cada visitante.

Solito Satoria. Fotos: Pedro Flores.

“La casa de Solito es un espacio donde convergen distintos mundos, principalmente el de la sastrería, que llevamos al más alto nivel. Y con ello, otros mundos lo  acompañan. El de la escritura fina, con las plumas fuente más exclusivas, bellas y únicas. El del puro y el Habano, tenemos algo de vinos, y también autos de colección y arte”, describe el CEO de Solito Sartoria, Daniel Marchand.

LOS ORÍGENES

Todo comenzó en los años setenta, cuando don Antonio Solito trajo a México la elegancia, el rigor y la tradición sartorial napolitana. Poco a poco, se convirtió en la referencia obligada para vestir a los hombres más reconocidos de la época: desde presidentes y empresarios, hasta artistas.

Durante más de tres décadas, dejó una huella profunda en la cultura del buen vestir. “Quien quería vestirse bien, o le gustaba vestirse bien, siempre llegaba con Solito”.

Hoy, esa tradición continúa bajo la dirección de quien fue primero cliente y admirador de su trabajo. “Desde 2016 tomé las riendas de Solito con el compromiso de proteger y mantener viva la tradición napolitana. El traje que hacía don Antonio es el mismo traje que hacemos hoy, porque son los mismos sastres y seguimos trayendo las telas y entretelas de Italia”, afirma Marchand.

Sin embargo, Solito es ahora mucho más que una sartoria. Además de corbatas, pañuelos, trajes y otras prendas, uno puede encontrarse —entre maniquíes y patrones de tela— con un Ferrari o un Aston Martin.

Al cruzar el umbral de esta casa sui generis lo único previsible son los clientes: todos, previa cita, se adueñan del lugar durante su estancia hasta hacerlo suyo. Los anfitriones se vuelven, por un momento, su familia.

La experiencia inicia con una conversación destinada a entender su estilo de vida, los usos y colores favoritos del traje, sus viajes y hasta el clima de sus destinos habituales. Luego se presentan las opciones de telas —principalmente italianas, aunque también hay inglesas y suizas para camisería—  y se toma una serie de medidas que, a diferencia de otros talleres, no requieren más de unos minutos.

Daniel Marchand, CEO de Solito Sartoria. Foto: Pedro Flores

“Don Antonio sabía que su cliente era un hombre ocupado. Aquí optimizamos ese tiempo sin perder precisión ni personalización”.

Esa personalización es también parte de una visión más amplia del lujo. En Solito no hay logotipos ni marcas a la vista. Todo se hace bajo el principio del lujo silencioso, ese que hoy está en tendencia, pero que aquí se practica desde siempre.

“La marca no es lo importante, sino la calidad detrás. El traje sastre sigue siendo la forma más elegante que tiene el hombre de presentarse, como lo era la armadura para el caballero medieval. Puede que el mundo sea más casual, pero aún hay momentos donde uno quiere verse en su mejor versión. Y para eso, el traje no ha perdido vigencia”

Daniel Marchand, CEO de Solito Sartoria

CONVERGENCIA

Los principios rectores de la casa se extiende, también, a sus otros universos. En materia de arte, la curaduría incluye piezas de Tamayo, Toledo, Leonora Carrington y obras inéditas de Frida Kahlo.

Esas creaciones conviven con fósiles, colmillos de mamut y meteoritos con millones de años de antigüedad. “A la gente le fascina este tipo de objetos”, comparte nuestro anfitrión.

El perfil del visitante es variado, pero todos coinciden en algo: el haber explorado las grandes marcas internacionales hasta llegar a un punto en donde buscan algo… simplemente, más personal.

El futuro de Solito Sartoria se proyecta más allá de la Ciudad de México. Por ello, han realizado eventos itinerantes en Colombia y próximamente en Singapur, aprovechando la Fórmula 1 como escenario.

También tiene planes de expandir su concepto a Los Cabos y otras ciudades del país. Pero su objetivo seguirá siendo el mismo: mantener un estándar de excelencia y un nivel de relación difícil de igualar.

Para quienes cruzan las puertas de Solito, no se trata solo de adquirir una prenda u objeto, sino de vivir una experiencia íntima, cuidadosamente construida, donde el tiempo cobra otra dimensión.

“No somos moda. Somos elegancia. Y como dicen, la elegancia nunca pasa de moda”, concluye Daniel Marchand.