
La desconexión digital y las tendencias de vida analógica revolucionarán todo, desde los viajes hasta las políticas gubernamentales y el diseño del hogar promoviendo experiencias que priorizan la conexión con el cuerpo, la mente y el entorno.
Y no se trata solo de apagar el teléfono, sino de redescubrir el placer en actividades elementales, desde escribir a mano en un diario hasta la práctica de disciplinas ancestrales como la cerámica o la meditación (sin aplicaciones).
El informe The Future of Wellness, del Global Wellness Summit, refiere que el 2025 será el año en que más personas se desconectarán de las redes sociales y conectarán con lo analógico en busca de bienestar: aprovechando la tecnología, los pasatiempos y las experiencias retro, predigitales.
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El concepto también ha permeado la industria del bienestar y la hospitalidad, con spas, retiros y hoteles que integran programas de “digital detox”. Del mismo modo, estudios de yoga y meditación han comenzado a ofrecer sesiones sin música ni pantallas, guiadas únicamente por la respiración y la voz del instructor. Incluso algunos gimnasios han empezado a promover rutinas de entrenamiento libres de estímulos digitales.
Ilustración: Raymundo Ríos / Animación: Iván Hernández
Esta tendencia hacia el bienestar analógico también ha llegado a restaurantes y cafeterías. En distintas ciudades, algunos establecimientos han comenzado a sugerir “mesas libres de teléfonos” e incluso ofrecen amenidades a quienes aceptan dejar sus dispositivos guardados mientras disfrutan de la experiencia gastronómica.
Por otra parte, el concepto de bienestar ha trascendido al individuo para incluir también los entornos en los que habitamos. Según las tendencias reportadas por SHA, se prevé un auge de los llamados espacios inteligentes: ambientes diseñados para promover la salud mediante arquitectura que purifica el aire y sistemas de iluminación circadiana.
Este enfoque ha dado lugar, por ejemplo, al llamado turismo del sueño, que eleva el descanso al nivel de máximo lujo, permitiendo a los viajeros reajustar sus ciclos de sueño para revitalizar cuerpo y mente.
Hoteles como el Park Hyatt New York, el Four Seasons Bali o De Crillon, a Rosewood Hotel, en París, ya ofrecen programas especializados y habitaciones concebidas para optimizar el descanso.
Incluso Hästens —la marca sueca que fabrica los colchones más lujosos y costosos del mundo— ha inaugurado su propio hotel con spa del sueño en Coímbra, Portugal.
En tiempos de prisa constante, desconectarse y habitar el presente
se ha convertido en el gesto más sofisticado de bienestar.
Más que una tendencia pasajera, el bienestar analógico se perfila como una respuesta natural a la fatiga digital que define a la vida moderna. En un mundo regido por la inmediatez y la hiperproductividad, detenerse, respirar y vivir el momento sin intermediarios tecnológicos es un lujo que cada vez más personas desean experimentar.