En el umbral del Ártico
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Longyearbyen, la ciudad más septentrional del mundo, abre las puertas a la naturaleza indómita de Svalbard con Quark Expeditions. Ahí, la fauna polar dibuja postales que desafían toda descripción.

De un lado, el paisaje nevado se derrama hasta el último resquicio del horizonte; del otro, el Atlántico Norte refleja destellos azules que anuncian la llegada a un rincón remoto del planeta. Tras un vuelo privado, una breve carretera interna conduce a Longyearbyen, la ciudad más septentrional del mundo.

Aquí, el sol rehúsa esconderse de mediados de abril a finales de agosto, y aunque el termómetro rara vez supera los seis grados en verano, la luz infinita lo compensa todo.

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Éste es apenas el inicio de una travesía por fiordos majestuosos y territorios donde la fauna ártica se abre camino para maravillar a quienes llegan hasta estas tierras dispuestos a explorarlos.

Sin embargo, el entorno conserva un matiz inhóspito: se dice que en los alrededores habitan más osos polares que personas. Para descubrir qué se esconde en este confín del planeta, Quark Expedition propone itinerarios en dos embarcaciones.

Ultramarine, dotada de tecnología avanzada que le permite acceder a lugares remotos donde otros navíos más grandes no pueden llegar; allí, donde casi nadie ha puesto un pie.

Y Ocean Explorer, su barco más reciente, diseñado específicamente para la exploración polar, que cuenta con amplias zonas de observación al aire libre y cubiertas exteriores en varias alturas, perfectas para capturar fotografías a larga distancia y, con suerte, avistar la fauna salvaje.

CON EL SILENCIO

Una vez que la expedición zarpa, las montañas escarpadas de la isla, coronadas por glaciares que se alzan imponentes sobre las gélidas aguas, parecen reunirse para despedirnos.

Después, solo queda la compañía del silencio y el encuentro del hombre con la naturaleza salvaje mientras navegamos por la zona oeste de Spitsbergen, la isla más grande de Svalbard.

Los lugares exactos que se pueden visitar dependerán de las condiciones climáticas, el mar y el hielo, advierten los guías. Esta vez, la fortuna se inclina de nuestro lado: el glaciar 14 de Julio, con sus 16 kilómetros de longitud y una superficie de 127 km², se revela ante nosotros con todo su trazo majestuoso.

Junto a Smeerenburg, Alkefjellet y el estrecho de Hinlopen, conforma el conjunto de maravillas naturales que hacen de este viaje una experiencia irrepetible.

Los ánimos de aventura nos impulsan a unirnos a algunos de los recorridos destinados al senderismo, para no solo observar, sino también sentir bajo los pies el terreno de los paisajes polares.

Los más osados se atreven a experimentar la zambullida polar, un rito de iniciación que solo se realiza una vez por expedición, para quienes se animan a saltar a las heladas aguas del Ártico.

En nuestro caso, preferimos ser simples espectadores de semejante hazaña. Los días a bordo del barco de Quark Expedition transcurren entre la contemplación y la expectante búsqueda de un iceberg que rompa la serenidad del paisaje inerte.

También se enriquecen con charlas y presentaciones dirigidas por un equipo de expertos polares, quienes nos adentran en la historia fascinante de la región, su glaciología, geología e, incluso, técnicas de fotografía.

Así estaremos listos cuando el oso polar haga su aparición, aunque sea a distancia, y nos hipnotice con su imponente presencia.

La noche, bañada por la luz continua del sol, culmina en el bar del barco, antes de dormir y recargar energías para seguir esta exploración constante entre la vida silvestre y esa quietud imperturbable que resulta casi imposible de representar.

INSTANTES ANHELADOS

Ahí, en medio del Atlántico Norte, la noción de los días se diluye, pero ¿quién está interesado en saber si es martes o viernes? Spitsbergen aún guarda muchos misterios y aventuras.

Para explorarlos, se ofrecen actividades con costo adicional que realmente valen la pena, porque quién sabe si algún día regresaremos a estas tierras lejanas, o mejor dicho, a estas aguas remotas.

Experimentar lo que se conoce como Sea Kayaking para desplazarse entre icebergs y glaciares parece irresistible, aunque, en nuestro caso, los expertos nos recomiendan algo menos arriesgado: la Paddling Excursion, realizada en grupos pequeños durante un día tranquilo. La opción más segura resultó tan gratificante como arriesgada: observar a una morsa deslizándose en el agua convirtió nuestra jornada en un recuerdo imborrable, mientras nos sumergíamos en un paisaje prístino donde se escuchaba el susurro de la naturaleza.

Spitsbergen demuestra, una vez más, que la belleza natural aquí abunda. Sobre todo, durante el verano, cuando la tundra sorprende con su paleta de colores gracias a las flores silvestres que renacen bajo el sol.

Cada día a bordo del barco se convierte en una oportunidad irrepetible para coleccionar postales: icebergs imponentes, osos polares descansando o un sitio histórico abandonado hace siglos.

Mientras la embarcación sigue su travesía, el viaje por esta región enigmática comienza a llegar a su fin. Pronto será momento de desembarcar en el histórico asentamiento de Longyearbyen.

Un vuelo a Helsinki marcará la despedida, sin que podamos saber si se trata de un adiós definitivo.