
Barcelona es una ciudad que respira arquitectura en cada esquina, y alojarse en el Mandarin Oriental es formar parte de ese diálogo entre historia y diseño contemporáneo.
Este edificio emblemático, que en 1927 albergó el Círculo Ecuestre antes de ser sede bancaria, renació en 2009 como Mandarin Oriental Barcelona, conservando en su fachada esculturas de Frederic Marès como eco de su pasado noble.
Tras esa fachada señorial del Passeig de Gràcia se descubre un universo donde cada rincón habla con intención estética, conectando el rico pasado urbano con la modernidad más refinada.
Video Recomendado
El diseño interior del hotel es obra de Patricia Urquiola, quien imprimió un carácter cosmopolita y mediterráneo a cada espacio reformado con su sello en 2010.
Desde el atrio de acceso que vincula el exterior con el lobby, hasta los salones y restaurantes, resalta un extremo cuidado en la disposición espacial, la selección de materiales y la fusión de influencias orientales con detalles locales.

Muebles diseñados en exclusiva, alfombras tejidas a mano y luminarias de reconocidas firmas internacionales conviven en armonía.
Uno de los elementos más llamativos es la estructura metálica suspendida sobre el restaurante Blanc, que crea un efecto tridimensional coronado por un jardín colgante, símbolo de la conexión entre naturaleza y diseño.
AMPLITUD Y DETALLES
El hotel cuenta con 120 habitaciones y suites que reflejan la luz natural de Barcelona. Sus interiores en tonos neutros se combinan con texturas cálidas, suelos de madera clara y detalles de inspiración oriental.
Algunas habitaciones ofrecen vistas directas a la icónica Casa Batlló de Gaudí o al tranquilo Mimosa Garden, un espacio verde que aporta serenidad al conjunto.

Las suites, con superficies que alcanzan los 236 m², incorporan terrazas privadas, amplias áreas sociales y baños decorados con mosaicos de firmas italianas, concebidos como auténticas cajas de vidrio de color.
GASTRONOMÍA Y BIENESTAR
Aunque el propósito es descubrir el diseño del hotel, es imposible no mencionar su propuesta gastronómica. Moments, con estrella Michelin, ofrece cocina catalana reinterpretada; mientras que en Terrat, al aire libre, el tiempo parece detenerse entre tapas y cócteles.
Recorrer el Mandarin Oriental Barcelona es un ejercicio de descubrimiento. Todo se integra en un ambiente que refleja tanto la esencia mediterránea como la herencia oriental del grupo.

El spa completa la experiencia con un entorno sereno donde los huéspedes disfrutan de tratamientos holísticos con técnicas especialmente diseñadas para relajar y revitalizar. Junto a su completa carta de rituales exclusivos, destacan Mediterranean Breeze y Sea Vitality Renewal, que celebran la cultura, los aromas y los colores de la ciudad También es de resaltar la manera en que se integra la sostenibilidad.
Desde el uso de productos locales en sus restaurantes hasta certificaciones internacionales que respaldan el compromiso de ofrecer lujo con responsabilidad.
En Mandarin Oriental Barcelona, la historia de la ciudad, se entrelaza con el diseño contemporáneo en una experiencia que invita a redescubrir la capital catalana desde una perspectiva renovada.