Inmersión orgánica en el Valle de Guadalupe
Fernando Farfán Veya

En el corazón del Valle de Guadalupe, donde el silencio y la tranquilidad se dan tan bien como la vid, se esconde, desde hace un año, uno de los secretos mejor guardados del continente: el Hotel Veya, el primero en la región bajo esta submarca que es parte del Grupo Banyan Tree y el segundo apenas a nivel mundial. Un santuario de arquitectura orgánica diseñado para reconectarnos con la naturaleza…, y con nosotros mismos.

Ubicado entre viñedos, colinas y caminos de tierra, la propiedad se distingue por su arquitectura inmersiva, sus experiencias transformadoras y por haber elevado el estándar del lujo en esta zona. Cada detalle ha sido pensado para ofrecer a los huéspedes un viaje interior: desde sus 30 villas con alberca privada hasta su enfoque curativo en el spa y su programa integral de bienestar.

Veya
Fernando Farfán Veya

“Este primer año ha sido un recorrido extraordinario. Celebramos este aniversario con profunda gratitud. Lo que comenzó como una visión se ha convertido en un espacio vivo de transformación, bienestar y comunidad. Más allá de las experiencias que hemos diseñado para nuestros huéspedes, nos enorgullece haber tejido vínculos profundos con la tierra, el equipo local y nuestra comunidad,” comentó Thomas Henseler, Gerente General de Banyan Tree Veya Valle de Guadalupe.

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La experiencia en Veya

Desde que llegué, supe que en Veya las reglas del descanso son otras. No se trata de seguir una rutina wellness impuesta, sino de crear mi propia versión del bienestar.

El programa de hospitalidad consciente me ofreció exactamente eso: la posibilidad de elegir entre sesiones de meditación, catas de vino o simplemente un chapuzón en la alberca. Cada rincón del hotel parece pensado para recordarte que puedes vivir más lento, más presente.

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Fernando Farfán Veya

La estética del lugar es sobria, construida con materiales que parecen emerger del mismo paisaje. Las líneas puras y los espacios abiertos invitan al silencio interior.

El spa —insignia de Banyan Tree— no defrauda: tratamientos que mezclan tradición oriental con técnicas contemporáneas en un entorno que simplemente se siente sagrado.

Y como todo viaje a Baja California, en Veya el vino no puede faltar. El hotel cuenta con su propio viñedo, pero también con una propuesta gastronómica de alto nivel muy al estilo Baja Med que celebra los ingredientes locales con platos que reconfortan el alma.

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Las posibilidades de este lugar son amplias y su futuro seguramente largo, pero tampoco podemos ignorar que su pasado ha sido apenas suficiente para aprender a operar con regularidad, por lo que es importante ir con un reloj más laxo para tu estancia estancia. El servicio de transporte interno, por ejemplo, muy necesario por las pendientes de los caminos no es precisamente rápido, pero se compensa con la amabilidad del personal.

Tampoco es un lugar que de momento cuente con un menú de actividades demasiado amplio, pero la zona te pide explorar más allá de la propiedad, así que seguro no lo notarás y te bastará con alguna clase de yoga o de cocina y una buena cata de vino, además de un tratamiento en el spa.

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Fernando Farfán Veya

Pero si lo que buscas es un silencio que te permita encontrar tu voz interior, paisajes que te dejen sin aliento, sabores que te transporten a otras latitudes e instalaciones que te hagan sentir tan cómodo como en tu hogar, entonces, sin duda, tienes que venir a Veya.

Y es que este hotel no solo eleva el estándar de la hospitalidad en el Valle de Guadalupe, lo redefine, porque aquí no vienes a escapar de tu vida, sino a reencontrarte con ella.