Cargado de una energía muy peculiar y ayudado por sus indescriptibles paisajes, Mazunte se ha convertido en un paraíso de relajación que encuentra su epítome en un lujoso, pero cálido hogar frente al mar.
Este lugar especial, con muros que parecen formados por un acantilado, a cuyos pies se extiende una alfombra de arena sobre la que desfila imponente el mar, se llama ZOA y es hasta hoy, el secreto mejor guardado de la costa oaxaqueña.
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El secreto mejor guardado de Mazunte.
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Como lo promete su eslogan, más que un centro de hospedaje, el inmueble se convierte, durante vacaciones, en tu casa en la playa.
Sólo que el despertador es el mismo sol entrando a chorros por los ventanales que dan a las habitaciones las mejores vistas para despertar, aunque en lo alto, de frente al mar.
Apenas son cinco los cuartos, distribuidos a la distancia necesaria para sentirse solos, más no aislados en el paraíso.
Y esto es porque en las áreas comunes habrá oportunidad de convivir con alguien más, si se desea, porque sobran rincones donde esconderse a descansar: o bien en una hamaca en una cornisa o sobre los enormes y cómodos cojines de un anfiteatro al aire libre.
La alberca, tipo infinito, se confunde con el claro cielo oaxaqueño y el inquieto y cambiante mar, que unas veces se muestra esmeralda como en El Caribe y otras intensamente azul como es propio del Pacífico.
Siguiendo la sinuosa vereda que unifica el inmueble se van descubriendo sorpresas, desde una banca mecedora, un columpio, camastros, hamacas, cojines, hasta una cabina de spa.
Todo está hecho para disfrutar de la estancia, para ir saboreando el hotel a sorbitos como se hace con esa botella de vino que no nos queremos acabar.
Ideal para parejas y libre de niños, lo más importante aquí es disfrutar de la compañía y hacer algo que cada vez de hace menos: hablar.
Habitaciones con las mejores vistas.
Habitaciones
Las habitaciones, por la misma razón, no están equipadas con más sistemas de entretenimiento que el sonido de las olas y las apantallantes puestas de sol. No hay televisión ni radio, apenas acaso un dispositivo de aromaterapia que ayuda a relajarse y disfrutar.
El internet, aunque intermitente, sí es una opción para regresar a ese mundo que a veces cuesta dejar, pero créanlo, no tendrán ningún deseo ni necesidad de ello.
La bañera, junto a la ventana, da la sensación de que se está tomando la ducha bajo la lluvia y no en la regadera.
Finalmente, un pequeño balcón con un par de mecedoras redondea la experiencia de lo que es realmente saborear una habitación de hotel.
Las noches estrelladas de Mazunte se disfrutan más en este hotel.
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Restaurante
El restaurante es otro de los lujos que no te debes perder. No sólo por la frescura de los frutos del mar que son la carta fuerte del lugar, sino por la sazón tradicional que le imprime el chef.
Sin mayores pretensiones, el menú va cambiando según los ingredientes disponibles del día, pero siempre hay platos regulares a los que siempre se puede acudir cuando no se quiere arriesgar.
Lo mismo un risotto que un mole, pasando por deliciosas pastar e inigualables postres, todo es una apuesta segura y una recomendación que no suele fallar.
Por la noche, el cielo confirma que no hay lugar mejor en el que se pueda estar en Mazunte, hotel mil estrellas del que no hay necesidad de salir y que bien vale la pena descubrir y disfrutar.