
El Grand Prix d’Horlogerie de Genève (GPHG) lo dejó claro desde el principio: para ganar la categoría de Mejor Complicación para Hombre no basta con ser complejo; hay que ser relevante. Y el Bovet Récital 30 lo logró con magistral claridad.
Fue premiado porque es el primer reloj mundial verdaderamente preciso todo el año, gracias a un sistema de rodillos que ajusta automáticamente las variaciones del horario de verano que confunden incluso a las apps del teléfono.
Es una innovación inédita, construida con la estética teatral y la meticulosa artesanía que definen a Bovet desde hace más de dos siglos.
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Recomponiendo el caos del horario de verano
La relojería ha resuelto problemas que parecían imposibles. Sin embargo, uno permanecía intacto: el caos del horario de verano a escala global.

Con más de 70 países cambiando la hora y otros 120 manteniéndose igual, ningún reloj mundial podía ajustarse de forma precisa hasta que Bovet decidió reescribir las reglas con los Récital 28 y ahora, con su evolución más refinada, el Récital 30.
Cómo es el Récital 30 de Bovet
Lo primero que atrapa es su dial dominado por rodillos —sí, rodillos— que reúnen 24 zonas horarias más la singular media hora de Nueva Delhi.
Este sistema, desarrollado durante seis años, permite ajustar el reloj a cualquiera de los cuatro periodos horarios que rigen el planeta a lo largo del año. El resultado es simple: allí donde viajes, el reloj siempre estará en lo cierto. No hay trucos: hay ingeniería poética.

El corazón de esta pieza late con un movimiento automático de alta relojería compuesto por 373 componentes, pero Bovet ha logrado que todo se entienda con una claridad que sorprende.
Un indicador de día/noche en el centro resume la experiencia: información global presentada con elegancia y sin saturar. En un mundo saturado de pantallas, este reloj ofrece algo más valioso: legibilidad emocional.
Pero ninguna hazaña mecánica existe sin manos maestras. Como dijo Pascal Raffy, propietario de la maison: “Mi gratitud es para mi equipo, artesanos todos; sin ellos, nada sería posible”. Y es cierto: cada rodillo, cada acabado, cada curva del cristal de zafiro en forma de domo es un testimonio del trabajo paciente que define a Bovet desde 1822.

El Récital 30 no pretende ser el reloj más ruidoso, sino el más inteligente. Es una herramienta para el viajero, un objeto de contemplación para el coleccionista y un recordatorio de que la relojería sigue encontrando nuevos territorios que explorar.
No solo da la hora del mundo: ordena el mundo para quien lo porta. Y en tiempos de incertidumbre, esa es quizá la complicación más valiosa de todas.