República Dominicana desborda cultura en Manhattan con una intervención que redefinió el lujo caribeño
Fotos de Paco Gramontti.

Mientras en Estados Unidos avanza el invierno, la activación dominicana llevó un mensaje cálido y luminoso: la invitación a descubrir un destino donde la alegría es patrimonio, la hospitalidad es filosofía y el ritmo es una forma de vida. Un contraste irresistible para viajeros que buscan experiencias con personalidad, propósito y alma.

En una ciudad acostumbrada a lo extraordinario, República Dominicana logró captar la atención colectiva de miles de personas con una escena tan inesperada como impecablemente ejecutada. Al final de la jornada, en el emblemático corredor del subway de Grand Central, el legendario merenguero Toño Rosario irrumpió con una presentación sorpresa que convirtió el tránsito cotidiano en una suspensión vibrante del tiempo: una auténtica celebración caribeña en el corazón de Manhattan.

Esta activación, encabezada por el ministro de turismo David Collado, no fue un gesto aislado, sino parte de una estrategia de marca país que posiciona a República Dominicana como un destino capaz de proyectar cultura, creatividad y sofisticación en los escenarios globales más influyentes. La elección de Grand Central -un ícono de movilidad y de energía urbana- añadió un carácter simbólico: llevar el espíritu dominicano al centro exacto donde el mundo transita y se cruza.

La intervención sorprendió a cientos de viajeros que, entre aplausos y grabaciones espontáneas, quedaron envueltos en un estallido de ritmo, color y cercanía humana. Lo que comenzó como una acción artística se transformó rápidamente en un momento compartido, demostrando que la cultura dominicana posee una cualidad singular: puede conmover, conectar y elevar, incluso en los espacios más inesperados.

El ministro Collado subrayó que esta presentación marca el inicio de una serie de experiencias que el país desplegará durante varias semanas en Nueva York. Entre ellas: clases de merengue y bachata, degustaciones de dulces típicos, activaciones culturales y recorridos estratégicos. Cada una ha sido diseñada para reforzar la presencia internacional de República Dominicana y acercar sus atributos a una audiencia sofisticada que valora la autenticidad y el sentido de identidad tanto como la calidad del servicio y la exclusividad de la experiencia.

La intervención en Grand Central fue un espectáculo y una declaración de marca, como recordatorio de que el lujo contemporáneo no se limita a lo material, sino que se expresa en la capacidad de un país para emocionar, inspirar y construir un relato propio frente al mundo.

Para el universo del lujo, esta iniciativa ofrece una lectura clara: República Dominicana entiende el valor de la cultura como vehículo de posicionamiento global.

República Dominicana demostró en Nueva York que su cultura no solo se exporta: se vive, se comparte y tiene el poder de detener por un instante el pulso de la ciudad que nunca duerme.